Historias de diván
Los hinchados mofletes del señor Paulson, mi psiquiatra, me recuerdan los panes de una hamburguesa. ¿Sabrán igual? Este sujeto siempre habla hasta por los codos, pero desde mi confesión hace cinco minutos está insoportable, todo lo que sale de su boca son preguntas. —Paty, ¿cómo es el pacto que mencionaste hace un momento? —Dije que invoqué a una entidad y funcionó. Y esta… cosa, me concede todo lo que pido. —¿Como un genio de la lámpara? —Una comparación estúpida, pero sí. —Demuéstralo. —Deseo que explote la cabeza de Paulson… ¡Puak! Y los sesos quedan esparcidos en la alfombra.